Una triste verdad

Juan Carlos Benítez, “Soldadito”: Cuando peleaba por llegar a Primera, Juan Carlos se escapaba del cuartel e iba, con su uniforme y recorte “cadete”, a probar suerte en las inferiores del Olimpia, específicamente, en la categoría reserva. Rápidamente, sus compañeros lo apodaron “el soldadito”, mote que se quedó para siempre en los albores del recuerdo futbolero.
“Moreno de piel aceitunada”, como una vez lo definió algún poeta contemporáneo, el “Soldadito” tuvo su debut allá por el ‘97, pero recién en 1998 logró la explosión y gloria. Gambeta, finta, diablura, técnica, habilidad, inteligencia… tenía todo, pero su debilidad por las rubias fue mucho más fuerte que su amor al cuero de vaca inflado.
Llegó a levantar varias copas con el Olimpia pero le pudieron más las copas levantadas con sus amigos de barrio. Fue uno de los hijos mimados del “Tigre” ODD en su momento. Pero con el tiempo, su figura se fue apagando y se entregó muy rápido y joven a los placeres mundanos de la vida. Terminó finalmente jugando en torneos de barrio, allá por el siempre temible San Lorenzo, en donde hacía sus piruetas para deleite de los borrachos que iban a verlo. Juan Carlos Benítez, un incomprendido del fútbol criollo.






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